Vivian Moreno fue elegida para representar al Octavo Distrito del Concejo Municipal de San Diego en 2018. Es “tía” de cuatro hijos, su hermano es padre soltero así que ella cumple con el rol de tía cada vez que puede. Su madre es de Los Ángeles y su padre es de Ensenada, él trabajaba en las enlatadoras mientras su mamá tenía una pequeña tienda de abarrotes en Ensenada. Desde 10 años Vivian ayudaba a su mamá en la tienda. También vio a su madre trabajar durante 41 años en Jack-in-the-Box, y atribuye su propia ética de trabajo al ejemplo de su madre.
Para describir quién es Vivian hoy, compartimos la introducción de su biografía pública como la mejor manera de comenzar este viaje detrás de su sabia personalidad:
“Como dijo una vez la Primera Dama Eleanor Roosevelt ‘Para que tu propio éxito sea real, debe contribuir al éxito de los demás’ y la concejal Vivian Moreno encarna esta filosofía ya que ha dedicado su carrera a mejorar las comunidades más desfavorecidas de la región a través de la experiencia, el trabajo voluntario y el servicio público.”
En una entrevista íntima con Vivian profundizamos en sus valores, su visión y su opinión sobre ser una latina en el liderazgo.
Encontrar el equilibrio y casarse
Durante la pandemia, Vivian se casó, algo que sorprendió a mucha gente, ya que había mantenido esta relación en secreto, a pesar de ser una figura pública. Los dos llevaban saliendo unos años, se conocieron antes de que ella lanzara su campaña política. Su conexión con él va más allá de la alegría que le produce la relación, para ella es una pieza fundacional de una vida integral. Explica que para ella es muy importante como individuo tener muchas facetas de lo que somos, que no podemos ser sólo una cosa. Cree que, como latinos, esto se acentúa más porque nuestras familias tiran mucho de nosotros. Su familia siempre la ha castigado, cuando visita la casa de su hermano es sólo “la tía Vivi”, picando ensalada de papa como todos los demás en la sala.
La pandemia fue una oportunidad de crecer e interiorizar sus prioridades. Leyó muchos libros de finanzas, muchos de los cuales decían que tu marido es como un socio comercial, así que creyó que si quería verse a sí misma como una empresa, o como una persona completa, todos los aspectos debían estar equilibrados.
Casarse no fue un impulso, siempre se había centrado en el trabajo y aunque había salido con gente, esta vez fue muy intencionada. Necesitaba dedicar tiempo a realizar esta parte de su vida porque, para ella, era una pieza fundamental que equilibraba su vida.
Vivian dice que el equilibrio debe ser integral, con su marido, con el trabajo y con uno mismo. El equilibrio espiritual en uno mismo es algo que ella alimenta constantemente. Una de las cosas que hizo al principio de su primer año en el cargo, fue buscar su confirmación católica, un ritual que solidifica su fe. “Cada vez que tomo una decisión difícil, rezo para que Dios me guíe en la dirección correcta”, reflexiona. Esta fuerte convicción de fe, típica de los latinos, es para ella otra de las piezas fundacionales que la mantienen en equilibrio.
Creciendo en años de perros
Vivian lleva tres años en el cargo, en este tiempo ha cambiado por completo de quien era antes y de cómo ve la vida ahora. “En general, cuando te dedicas a la política son como años de perros: un año es como siete”, dice, y es que al haber trabajado estrechamente con el concejal David Álvarez ya tenía mucha experiencia en el compromiso con la comunidad y la política local; pero el crecimiento masivo vino de llevar el peso de la responsabilidad ahora como elegida. Sabe que las decisiones que toma van a cambiar la vida de la gente y cree que esta presión te hace crecer quieras o no.
Su perspectiva también ha cambiado hacia una comprensión más profunda de lo que realmente importa. Durante su primer año en el cargo, a su hermano le diagnosticaron un tumor cerebral, lo que le hizo ver las cosas de otra manera. Lidiar con el lado más oscuro de la política se convirtió en algo que pudo compartimentar, y su atención se centró más en su compromiso de representar a su distrito de lo que ella llama una “manera digna, de ser una defensora de la comunidad”. De este modo, ver los frutos de su trabajo era más importante que las luchas políticas propias de su cargo. Los éxitos que comenzó a cosechar, como un financiamiento de 300 millones de dólares para el agua transfronteriza en el Valle del Río Tijuana, es lo que la motiva a seguir adelante. Estas experiencias son las que ella cree que la han cambiado, ahora se da cuenta del poder que hay dentro de su posición y la enorme responsabilidad de seguir adelante.
Su historia continúa
Vivian era muy joven cuando comenzó su carrera en la política, y recuerda que le resultaba muy intimidante como empleada, ya que entraba en salas con hombres predominantemente blancos, veinte o más años mayores que ella. Sin inmutarse, siempre volvía a centrarse y se daba cuenta de que los representantes políticos deben reflejar a la población a la que sirven, por lo que para ella era importante dar la cara y apoyar a los demás, y que a veces eso significaba hacerse a un lado y dejarles hacer lo suyo.
Como latina, uno de los mayores retos que cree que afectó a su carrera fue no sentirse apoyada por otras latinas. “La parte más difícil [presentarse a un cargo la primera vez] fue no tener el apoyo de otras latinas. Eso fue horrible para mí, y llegar al punto de oponerse activamente a mí, eso fue desgarrador”, comparte. Aun así, sigue ayudando a las latinas más jóvenes de su comunidad. Señala que no hay muchas latinas que se presenten a las elecciones, y que las anima a participar porque cerca del 50% de San Diego está formado por latinos, y nuestra voz importa y seguirá importando de una manera fuerte.
Una Vivian más sabia hoy en día cree que a medida que ascendemos no sólo debemos llegar a lo más alto, sino también a lo más bajo y hacer que la gente suba con nosotros.