Cuando una enfermera oncológica se convierte en paciente de cáncer

0
4
Cameron Colan, con tan solo 26 años, encarna una definición distinta de la palabra fortaleza.

El Día Mundial contra el Cáncer, que se conmemora cada 4 de febrero, fue establecido por la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC) con el objetivo de aumentar la conciencia sobre el cáncer, promover su prevención, diagnóstico y tratamiento, y brindar apoyo a quienes enfrentan esta enfermedad. Este año, el tema elegido para la campaña global es “Unidos por la singularidad”, una invitación a reconocer la diversidad de las experiencias de las personas afectadas por el cáncer y a reforzar el compromiso colectivo para abordar este desafío global. Cada año, la UICC elige un tema específico para enfocar los esfuerzos y unir a la comunidad, así como a los gobiernos, en la lucha contra el cáncer, resaltando la importancia de la solidaridad y el apoyo mutuo.

Cameron Colan, con tan solo 26 años, encarna una definición distinta de la palabra fortaleza. Con su empatía, belleza y espíritu amable, podría no ser la persona que se asocie inmediatamente con el concepto de “dureza”. Sin embargo, su historia es la de una mujer que redefine el significado de ser fuerte, especialmente cuando su rol como enfermera oncológica se cruza con su propia lucha contra el cáncer.

Desde joven, Cameron tuvo un modelo a seguir que la inspiró a seguir la carrera de enfermería: su madre, que también es enfermera. De niña, acompañaba a su madre a entregar café en su trabajo y conocía a los pacientes de la unidad. “Los pacientes siempre hablaban tan bien de ella. Vi lo que impactaba su trabajo y me di cuenta de que quería hacer lo mismo”, recuerda Cameron. Con el tiempo, decidió seguir este camino y se dedicó al cuidado de pacientes con cáncer, un ámbito que la impactó profundamente, especialmente al ver el sufrimiento y la valentía de los enfermos.

Su carrera profesional comenzó en una unidad de cuidado postoperatorio, donde rápidamente se dio cuenta de que ese era el lugar donde debía estar. “Sentí que era una señal de los ángeles cuando supe que la unidad en la que trabajaba había cuidado a mi tía unos meses antes. Aunque ella falleció, cada vez que paso por su habitación, la recuerdo”, cuenta Cameron, quien también ha tenido varios miembros de su familia afectados por el cáncer.

A lo largo de los años, su trabajo como enfermera se consolidó, pero la vida le dio un giro inesperado. Un examen ginecológico rutinario reveló que Cameron tenía un bulto en el seno. Tras varias pruebas, los médicos le diagnosticaron carcinoma ductal triple positivo en etapa 4, un tipo de cáncer de mama agresivo que ya se había diseminado a su esternón.

El camino del diagnóstico y tratamiento

Poco después del diagnóstico, Cameron se reunió con sus oncólogos para trazar un plan de tratamiento. “El cáncer de mama HER2 positivo crece rápido, pero responde bien a los tratamientos”, comenta Cameron. Al enterarse de que los tratamientos podían afectar su fertilidad, decidió congelar sus óvulos antes de comenzar con la quimioterapia. Este fue solo el primer paso en un proceso largo y desafiante que incluía quimioterapia, cirugía y radioterapia.

“Opté por una mastectomía doble para reducir el riesgo de recurrencia”, explica, un proceso que la llevó a tomar decisiones difíciles pero necesarias para su salud a largo plazo.

El desafío de trabajar durante el tratamiento

A pesar de las dificultades, Cameron no dejó de trabajar mientras recibía su tratamiento. Durante siete meses, siguió trabajando como enfermera a tiempo completo, con solo unos días de descanso entre las sesiones de quimioterapia. “Al principio, fue muy difícil, pero también me dio un sentido de normalidad”, dice. El hecho de estar en contacto constante con los pacientes, muchos de los cuales atravesaban procesos similares, le permitió relacionarse mejor con ellos. “Algunos de mis pacientes estaban pasando por lo mismo que yo, y poder compartir nuestras experiencias me dio la oportunidad de ofrecerles el apoyo que necesitaban”, añade.

Recuperación y nuevos desafíos

Tras finalizar la quimioterapia, Cameron se sometió a una mastectomía doble, una operación en la que se le colocaron expansores de tejido para preparar su cuerpo para una reconstrucción mamaria. Aunque este proceso le ha llevado a enfrentar varios retos físicos, como la limitación de movimiento en sus brazos, Cameron continúa siendo optimista y enfocada en su recuperación. “Mi equipo de trabajo es como una familia para mí, y saber que me apoyan me da fuerzas”, dice.

Además de las cirugías y la reconstrucción, Cameron continuará con un tratamiento que incluye terapias dirigidas a HER2 y medicamentos que inhiben la producción de estrógeno, los cuales tomará durante varios años.

Un mensaje de esperanza

A pesar de las dificultades, Cameron no pierde la esperanza. “Algunos días son muy duros, pero trato de encontrar momentos de alegría, incluso en medio de todo esto”, comparte. Y es que, según ella, cada pequeño momento de risa y conexión con los demás es fundamental para mantener la motivación. Una de las historias más recientes que le hizo reír fue una anécdota en la fiesta de bodas de una amiga, un recuerdo trivial pero significativo en medio de una lucha tan grande.

Cameron sigue adelante, un paso a la vez, con la determinación de continuar inspirando a los demás, tanto a sus pacientes como a sus seres queridos, y de seguir demostrando que, incluso en los momentos más difíciles, se puede encontrar luz en medio de la oscuridad.