Por: María Marín
Hace unos días me fui al salón de belleza y mientras me cortaban el cabello escuché a mi peluquera preguntarle a otra empleada si iban a ordenar almuerzo en el restaurancito de la esquina a lo que otra de las peluqueras respondió “Traje mi almuerzo, tengo el bolsillo tan ‘estrangula’o’ que no puedo comer afuera”.
Escuchar quejas de cómo la inflación está poniendo en aprietos económicos a tanta gente se ha vuelto normal. Lo que me sorprendió de aquella conversación fue la acertada manera de comparar los efectos de la inflación con una “estrangulación económica”… Se aprietan los bolsillos y parecen asfixiarse la mente y el espíritu con tanta preocupación.
Y es que, es inevitable no estresarse cuando la misma suma de dinero que antes daba para comprar los alimentos de un mes, ahora apenas alcanza para comer dos semanas, todo sube de precio y para colmo se complican los conflictos bélicos.
Dentro de la difícil incertidumbre económica y social que vivimos no nos queda otra salida que cambiar hábitos al ritmo de lo que trae el día a día.
Cómo enfrentar la inflación:
Acepta la realidad: Es increíble ver aún personas en modo de negación, viviendo como si nada hubiera pasado a partir del 2020. Independientemente de tu situación económica, acepta que la situación mundial es otra y es tiempo de pensar en nuevos planes, metas y sueños de acuerdo a la nueva realidad que un día superaremos, al igual que hicieron otras generaciones en diferentes ciclos de la historia mundial.
Evalúa tus prioridades: Cuando todo está más caro es hora de analizar gustos y preguntarte cómo afectan la vida familiar. Tener ahorros y un plan de emergencia ofrece la mejor paz mental.
Adopta una mentalidad de agradecimiento: No te lamentes por el estilo de vida que ya no tienes, sino agradece por lo que aún puedes adquirir. Nunca olvides que un corazón agradecido atrae abundancia.
Y más importante aún, recuerda que ninguna crisis es para siempre. Así que cuando la inflación parezca “estrangularte” toma aire y piensa: “Esto va a pasar”.